Camilo Membreño

El suplicio de los pérfidos

Los que llegan sin ser invitados,

y también los que son invitados

y no llegan.

Los que gritan: YO

y luego no pasan,

los que hablan mientras se recita poesía,

los que eructan mientras se toca la guitarra,

los que ríen mientras se contempla un cuadro.

Los que prefieren los atardeceres

a los amaneceres,

los que dicen: NO,

sin preguntar por qué.

Los que son espíritu de contradicción

pero no contradicen a nadie,

porque no tienen argumento,

o porque no pusieron atención.

Los que escriben reclamos,

y no poesía,

y los que escriben poesía

reclamando a alguien

que ya no está.

Los que se rasgan las vestiduras,

los que niegan todo, absolutamente todo,

mientras canta el gallo,

una,

       dos,

              tres veces.

Los que no creen sin ver,

Y los que ven y no creen.

Los que te besan la mejilla,

dulcemente,

para luego recibir las 30 piezas de plata.

Los que aborrecen la creación,

los que apuestan sobre el tormento y la miseria,

y la hambruna de los Pueblos.

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