“Pueblo vibrante, fuerte, apasionado, altivo;
pueblo que tiene la conciencia de ser vivo,
y que reuniendo sus energías en haz
portentoso, a la Patria vigoroso demuestra
que puede bravamente presentar en su diestra
el acero de guerra o el olivo de paz”.
-Rubén Darío
I
Yo no conocí la Guerra
yo solo conozco la Paz,
los viejos que si la conocieron
ya no la quieren más.
Ellos sí,
ellos
los que no conocieron la Guerra,
ahora la invocan como si fuese un dios oscuro,
la Guerra no es un dios,
es un demonio.
La Guerra tiene nombre de mujer,
pero no cualquier mujer,
sino una mujer burguesa,
de piel blanca, y crin grisácea,
con ropajes de lujo
cual reina déspota de una nación,
la misma que vende armas
en Siria, Irak y Libia,
y se alimenta del sufrimiento
del Pueblo.
La Guerra es un demonio
al que le ofrecen sacrificio
para obtener sus favores,
y sus favores son el Poder
y la Riqueza,
ellos creen que derramando sangre
obtendrán sus favores,
más no saben que la guerra
es un demonio traidor
que engaña a uno y al otro,
en la guerra no gana ningún bando,
siempre gana la Guerra misma.
II
La Paz no es hija de la Guerra,
Tampoco es hermana de la Guerra, no.
La Paz tiene nombre de mujer,
pero no cualquier mujer,
sino una niña pobre,
de piel mestiza, piel negra
y cabello lisito o murruco.
La Paz es una niña pequeña y pobre,
que camina descalza,
La Paz es una niña asustadiza
con un solo disparo desaparece y ya nadie sabe de ella
¿será que la que murió con ese disparo
fue la Paz misma?
Hermanos, hermanas
a ustedes me dirijo
el Pueblo no quiere la Guerra
ese demonio, esa mujer burguesa,
el Pueblo quiere la Paz,
esa niña asustadiza, pequeña,
con olivos y flores en la mano,
frágil como paloma blanca,
que riega lágrimas por el herido y el muerto.
Como dijo el Poeta
llegará la Paz como Aurora,
a iluminar el corazón de los Hermanos
enfrentados como Caín y Abel,
hagamos de esa luz,
una hoguera, ya no de sacrificio,
sino una hoguera de Amor, de encuentro,
de entendimiento.
Juntemos todos nuestras manos,
y elevemos una plegaria
a Amor, a Cristo,
para que siendo todos uno en él,
recordemos que él ya se dio a sí mismo en sacrificio.
Camilo Membreño Sevilla