El primero de mayo de 1886, 200.000 trabajadores norteamericanos iniciaron una huelga en Estados Unidos. El 4 de mayo al terminar un acto organizado por los trabajadores de Chicago en el Haymarket Square la policía intentó dispersar a los presentes, fue entonces que una bomba mató a un oficial e hirió a otros uniformados.Por el hecho fueron encausadas 31 personas de las cuales 8 anarquistas, terminaron en los tribunales, bajo el acoso mediático que pedía castigo ejemplar a los inmigrantes.Los procesados fueron declarados culpables, tres a prisión y cinco a la horca. José Martí escribiría varios artículos al respecto, condenando el actuar de la república norteamericana. En uno de ellos nos dice: “Esta República, por el culto desmedido a la riqueza, ha caído, sin ninguna de las trabas de la tradición, en la desigualdad, injusticia y violencia de los países monárquicos”.El proceso que se llevó a cabo contra los anarquistas fue muy irregular, al respecto Martí escribiría: “¿El proceso? Todo lo que va dicho, se pudo probar; pero no que los ocho anarquistas, acusados del asesinato del policía Degan, hubiesen preparado, ni encubierto siquiera, una conspiración que rematase en su muerte. Los testigos fueron los policías mismos, y cuatro anarquistas comprados, uno de ellos confeso de perjurio”.Los anarquistas asesinados eran en su mayoría inmigrantes alemanas, publicaban sus propios periódicos de propaganda anarquista, así como motivaban y organizaban a la clase obrera. Los muertos fueron August Spies, Albert Parsons, Adolf Fischer, George Engel, y Louis Lingg quién se suicidó en su celda con una capsula de dinamita. También fueron condenados Samuel Fielden a cadena perpetua, Oscar Neebe a quince años de trabajos forzados, que equivaldrían a una pena capital, y Michael Schwab a cadena perpetua.El día internacional de los trabajadores se conmemora al nivel mundial con actos políticos, demostraciones y marchas demandando los derechos laborales más esenciales. Los anarquistas muertos en Chicago simplemente demandaban una jornada laboral de 8 horas, probablemente el más valiente de ellos, Adolf Fischer es recordado en un artículo de José Martí, en sus últimos momentos hablando con uno de los guardias : «¡Oh, Fischer: cómo puedes estar tan sereno, cuando el alcaide que ha de dar la señal de tu muerte, rojo por no llorar, pasea como una fiera la alcaidía!»:—»Porque»—responde Fischer, clavando una mano sobre el brazo trémulo del guarda y mirándole de lleno en los ojos,—»creo que mi muerte ayudará a la causa con que me desposé desde que comencé mi vida, y amo yo más que a mi vida misma, la causa del trabajador,—¡y porque mi sentencia es parcial, ilegal e injusta!»
Por Camilo Membreño